Hace apenas seis años Marimar Izquierdo faenaba en el aeropuerto de Barajas sin ser consciente de que su vida iba a dar un giro completo. Y no solo por la amenaza latente de la pandemia: su marido perdió su puesto de trabajo pero una luz laboral se iluminó para él en Las Palmas de Gran Canaria. Con un niño de diez años como tercer vértice de la familia lo pensaron y se arriesgaron, cambiaron de ciudad y ahora Marimar es una persona popular en Miller Bajo, donde despacha para la ONCE.

Es fácil reconocerla desde la distancia. Y no solo por el color rosa de su pelo. Como un general en su cuerpo de guardia, Izquierdo ha hecho suyo el murete junto a las paradas de guagua de la Calzada Lateral del Norte, apenas a unos metros de distancia del centro de Salud de Miller Bajo. Allí todos los días p

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