De lugares de recogimiento a hoteles de lujo. En cuestión de años, algunos de los conventos con más historia de Salamanca, auténticos monumentos, van a pasar de albergar comunidades dedicadas a la oración y el recogimiento a convertir sus estancias en alojamientos para un tipo muy específico de turismo, el de alto poder adquisitivo, que tiene en edificios de valor patrimonial uno de sus grandes reclamos. Algo que no siempre ha funcionado y que tiene sonoros fracasos en la ciudad.
La tendencia no es nueva, ni siquiera en Salamanca, pero se ha acelerado. Son varios los hoteles de la ciudad que están alojados en palacios. Sin contar el legendario Gran Hotel, cuyo edificio fue inexplicablemente demolido para levantar uno nuevo, son varios los ejemplos. El hotel que alberga el Palacio de los m

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