El cineasta Linus O'Brien rueda un documental sobre la legendaria obra de teatro que creó su padre y que saltó al cine como uno de los más longevos fenomenos de culto de todos los tiempos
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“Para un creciente número de generaciones de adolescentes, tanto la obra de teatroThe Rocky Horror Show, como la película The Rocky Horror Picture Show, representan una especie de celebración comunal del descubrimiento de la libertad sexual, algo parecido a cuando pierdes la virginidad y ya no vuelves a ser la misma persona”, dice Linus O'Brien acerca de la obra de teatro que, guitarra en mano, creó su padre, el actor neozelandés Richard O'Brien, en 1971. Un texto que el tiempo ha convertido en uno de los fenómenos de culto más longevos de la historia del teatro y el cine musical, que desde entonces se repone una y otra vez con gran éxito de público.
Un culto que no solo se limita al recitado de las letras de sus canciones, sino que ha logrado hacer añicos la llamada cuarta pared simbólica que separa a los espectadores del escenario, pues estos suelen presentarse al teatro o cine donde se represente la obra vestidos como sus personajes favoritos para recitar, en el momento oportuno, las frases del guion. O bien para increpar a determinados personajes a grito pelado.
Porque The Rocky Horror Show no es solo un musical divertido e irreverente que ataca las convenciones de aquellos años 70 mezclando el cine de terror con el glam rock y las películas de serie B de extraterrestres y monstruos improbables, también es una gran fábula de liberación queer de su creador, que el tiempo ha situado como pionera en la visibilización de las disidencias de género y la crítica del binarismo como única opción sexual.
Un documental para celebrar sus 50 años
Ahora, un documental de estreno en Filmin titulado The Rocky Horror Picture Show, el extraño viaje, dirigido por Linus O'Brien y presentado en la última edición del Festival de Cine Fantástico y de Terror de Sitges, celebra el 50 aniversario del estreno del filme, en 1975. La película recoge la historia de su padre y del musical que creó, una suerte de making off retrospectivo, tanto de la obra de teatro como del largometraje, que viaja a aquellos lejanos años setenta del siglo pasado en que el rock reivindicaba la confusión sexual a través de figuras como David Bowie, Lou Reed o Iggy Pop.
La cinta cuenta tanto la concepción del argumento y las canciones, rescatando imágenes familiares de padre e hijo mientras el progenitor toca la guitarra. Así como el desarrollo posterior de la obra y su adaptación al West End londinense, de la mano del director teatral australiano Jim Sharman, que venía de dirigir nada menos que Jesucristo Superstar en la gira australiana del musical.
También se adentra en el éxito de la misma, el salto a Los Ángeles, donde el éxito se mantiene, y el posterior fiasco en Nueva York y el resto de Estados Unidos, tanto de la obra como de la posterior cinta, que también dirigió Sharman y que contó, además, con estrellas como Susan Sarandon, Barry Bostwick o el músico heavy Meat Loaf. Todos ellos aparecen haciendo declaraciones en The Rocky Horror Picture Show, el extraño viaje, dando así una perspectiva especial al recuerdo de aquella experiencia.
O'Brien hijo, que charla con elDiario.es sobre su documental por videoconferencia desde Los Ángeles mientras conduce su automóvil, explica que no le constó demasiado reunir a todos los participantes de aquella experiencia a pesar del corto presupuesto del proyecto: “Fue empezar por uno de ellos y se corrió la voz de lo que quería hacer; y como todos guardan muy buena experiencia, se fueron llamando entre ellos y finalmente a mí para ofrecerse a participar”.
La odisea de Richard O'Brien contra el binarismo
O'Brien asegura que la idea para esta retrospectiva-homenaje al fenómeno The Rocky Horror Show le vino como una casualidad no premeditada: “Estaba revisando los videos de mi padre en YouTube, buscando información sobre su participación en películas y series, porque quería encontrar cosas interesantes para su fiesta de cumpleaños”. Entonces encontró el video de la canción I'm Going Home, relata, una de las últimas del musical: “Los comentarios debajo del video eran mucho más emotivos y, en algunos casos, desgarradores, de lo que hubiera imaginado”.
“Siempre supimos que Rocky Horror era importante para los fans y millones de personas lo ha disfrutado”, añade el cineasta, que reconoce que no entendió hasta entonces “la profunda resonancia emocional que la obra había tenido”. “Creo que es seguro decir que Rocky Horror ha salvado la vida de cientos de miles de personas”, apostilla, “como si estuvieran teniendo un mal día y Rocky Horror les hubiera hecho tener uno bueno”. “No tenían ganas de vivir, se sentían perdidos, se sentían solos y la obra les brindó comunidad y conexión”, concluye O'Brien hijo, que aporta diversos testimonios de este hecho a lo largo del documental.
La cinta también aborda la salida del armario de su progenitor, que utilizó la obra como una suerte de fábula reivindicativa de su condición de persona no binaria, estando casado y con dos hijos. El protagonista de la misma, acaso el alter ego de O'Brien padre, es el doctor Frank N. Furter , un científico travestido, extravagante, bisexual y travieso que resulta finalmente ser un extraterrestre que anhela regresar a su planeta, donde todos son como él.
A este respecto, Linus O'Brien explica que la vida de su padre nunca ha sido fácil a pesar de haberse desarrollado en un mundo más abierto de mente como es el del espectáculo. “Creo que cualquiera que se siente transgénero tiene una vida difícil”, opina. “Aunque crecí con mi padre, que se declaraba ya entonces transgénero, no creo haberme dado cuenta de lo difícil que es ser tan distinto hasta recientemente”, dice y agrega: “Creo que es un viaje muy aterrador y muy difícil y creo que deberíamos tener mucha empatía con quienes se sienten así, no es que se despierten diciendo: 'Oh, me apetece ponerme un vestido', es algo muy profundo en ellos que les genera una vida muy difícil”.
Tim Curry y Frank N. Furter, el papel de su vida
Curiosamente, ni en la obra ni en la película Richard O'Brien interpreta el papel del doctor Frank N. Furter, que queda en manos del actor Tim Curry, que hizo de él una caracterización legendaria, una de las claves del éxito de Rocky Horror. Curry, ahora en silla de ruedas a causa de un derrame cerebral, explica en el documental las claves de su interpretación. Por contra, O'Brien se guardó para sí el papel de Riff Raff, el criado de Frank N. Furter y otro personaje icónico de la obra que la hace reconocible.
De todas formas, O'Brien hijo niega, a pesar de la odisea personal de su padre y del contenido liberador de la trama, que se trate de una obra reivindicativa de la condición queer. “Habla de algo mucho más amplio que eso, de la soledad, del aburrimiento, del peso de las convenciones, de la falta de fantasía de la vida cotidiana y de lo importante que es sentirte cerca de los que son como tú”, dice el cineasta que, que cree que son cosas que afectan sobre todo a los jóvenes, que atraviesan en la adolescencia un desierto identitario que en muchas ocasiones puede llevarles a tomar malas decisiones.
“En este sentido, la película la han hecho grande ellos, que han dejado de sentirse solos tras verla, pero también todos los que han seguido acudiendo al cine o al teatro cada vez que se reestrena”, termina O'Brien. Todo ello a pesar de que la película, a diferencia de la obra teatral, tuvo que ganarse al su público con nocturnidad y alevosía: en los pases de madrugada de los cines tras fracasar en el horario diurno. Y lo ha hecho así, tal como cuenta The Rocky Horror Picture Show, el extraño viaje, una y otra vez durante los últimos 50 años.

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