La operadora apuesta por integrarse con otras compañías europeas para construir un gigante que compita con sus colegas de EEUU y China. Quizás antes debería separar la infraestructura (Telefónica Infra) de la comercializadora (Movistar)
El ERE de Telefónica supera los 6.000 despidos tras concretarse el recorte en la matriz y las filiales, un 24% de la plantilla
El expediente de regulación de empleo del grupo Telefónica en España, que va a suponer la pérdida de unos 6.000 empleos, ha causado shock. Que un gestor prescinda de uno de cada cuatro trabajadores rompe con la percepción de empresa ancla y admirable. La realidad es que Telefónica pertenece a la familia de viejos dinosaurios de las telecomunicaciones, una especie tan esencial como amenazada por las plataformas surgidas en el nuevo ecosistema digital, compañías que han crecido sobre la infraestructura de estas compañías centenarias a las que vampirizan.
Marc Murtra lleva menos de un año a los mandos de Telefónica; ha tomado ya varias decisiones que la compañía llevaba años aplazando, como es salirse de todos los países de Latinoamérica, excepto Brasil, y volcarse en Europa (España, Reino Unido y Alemania). Es entendible que su predecesor, José María Álvarez-Pallete, arrastrara los pies en la decisión de sacar a la compañía de Argentina, Perú, Uruguay, Ecuador, Colombia, Venezuela, México y Chile. Él fue en gran medida el autor de esa expansión y nadie derriba su propia obra. “Aversión a tomar decisiones difíciles” y “lentitud en la ejecución” es como se denomina en el plan “Transformar y Crecer” recientemente presentado por Murtra.
El giro estratégico que está dando Murtra a Telefónica, sea por convicción o mandato, engarza con la necesidad imperiosa que tiene Europa de construir un líder en el mercado de las telecomunicaciones, una compañía que sea capaz de competir con sus pares de Estados Unidos y China. Estos países tienen tres grandes operadores, mientras que Europa suma 38. La forma más rápida de construir ese líder europeo es mediante la integración de las compañías de los grandes países de la UE y Reino Unido, y Telefónica quiere asiento en esta partida.
Telefónica es una compañía estratégica, lo que justifica que el Estado haya tomado un 10% a través de la SEPI, y cuanto antes saquen a Arabia Saudí del capital, mejor. Las infraestructuras que maneja esta compañía son esenciales para la actividad económica general y para la seguridad del país, y lo que no tiene sentido es que ande vendiendo parte de sus activos clave para amortizar deuda y sostener los resultados. “Divergencia entre la visión estratégica y el contexto de negocio” y “escasa flexibilidad financiera”, dice el plan 2026-2030.
Por eso quizás el sector aéreo europeo, tanto en la fabricación de aviones (Airbus) como en las aerolíneas (IAG), puede servir de modelo para construir la operación europea en las telecomunicaciones y España debe ser un gran jugador. En el último tercio del siglo pasado, Europa fue capaz de crear Airbus, el fabricante de aviones civiles y militares, y superar en menos de 50 años al líder mundial (Boing) en fabricación y venta de aeronaves comerciales. El accionariado de Airbus ha ido evolucionando desde su creación en 1967. Desde 2013 cotiza en Bolsa y siguen siendo claves Francia y Alemania, cuyos estados mantienen sendas participaciones del 10,8%, y España (SEPI) cuenta con el 4%.
Pero además de levantar un potente fabricante de aviones, Europa está construyendo tres consorcios de compañías aéreas competitivas y rentables. Es el caso del grupo IAG, que aglutina las compañías de bandera de Reino Unido (British Airways), España (Iberia) e Irlanda (Aer Lingus); de la alemana Lufthansa, que ha ido absorbiendo líneas aéreas en Italia (ITA Airways), Bélgica (Brussels Airlines), Austria (Austria Airlines) o Suiza (Swiss), y de Air France-KLM, que ha integrado las operadoras enseña de Francia y Países Bajos. Estos tres consorcios se disputan ahora la portuguesa TAP.
Cómo se va a concretar el giro de Telefónica hacia Europa y cuál va a ser el diseño del campeón europeo de las telecomunicaciones está por ver, pero es una cuestión de Estado
Precisamente, las tripas de Telefónica son lo más estratégico, lo que permite que sobre esas capacidades se construya una oferta comercial y de servicio de la operadora y de otras empresas. La sala de calderas es Telefónica Infra, el holding que aglutina las infraestructuras de la operadora en los diferentes países: Bluevía y Fiberpass (España), FiBrasil (Brasil), UGG (Alemania) y Nexfibre (Reino Unido). En todas estas sociedades tiene socios con el 50%, a excepción de España donde Telefónica conserva el 55%. Además, controla Telxius, la empresa que gestiona 100.000 kilómetros de cable submarino, y en la que tiene de socio a Pontegadea, sociedad patrimonial de Amancio Ortega, fundador y accionista mayoritario de Inditex. Sobre esa capa corre Telefónica Tech, cuyas capacidades en ciberseguridad, nube e inteligencia artificial van a ser claves para la seguridad y defensa de España y Europa. Esta tupida red es la que hace posible la actividad de los gigantes tecnológicos americanos, Google, Apple, Amazon o Meta.
Telefónica ha hecho caja incorporando socios financieros a estas sociedades propietarias de la infraestructura básica, igual que vendió sus centros de procesos de datos. Quizás en un futuro Telefónica acabe por agrupar estas y otras infraestructuras que están fuera de estas sociedades y las comparta con otros competidores europeos, como ya está haciendo con Vodafone en España. Siguiendo con el símil aéreo, esta parte de Telefónica, las infraestructuras, sería el equivalente a Airbus, mientras que Movistar se asemejaría a IAG.
El Estado español tiene, a través de la SEPI, un 10% de Telefónica, al igual que el italiano tiene un 10% en TIM, el francés un 23% en Orange o el alemán un 30% en Deutsche Telekom. Cómo se va a concretar el giro de Telefónica hacia Europa y cuál va a ser el diseño del campeón europeo de las telecomunicaciones está por ver, pero es una cuestión de Estado. Lo relevante es que Telefónica juegue un papel efectivo, de manera que España tenga peso en las decisiones de la nueva compañía europea. Este sector va a requerir una ingente inversión (750.000 millones, dice Murtra) en la próxima década. Si Telefónica juega, en España habrá empresas y empleos de valor añadido en los sectores de futuro, como la IA. De lo contrario, seremos el parque de atracciones más grande del mundo y el geriátrico de Europa. No cabe duda de que un país con sueldos de tecnológicas vive mucho mejor que uno de servicios.

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