Rusia continua con la intención de prohibir WhatsApp, una medida que podría obligar a millones de usuarios a migrar hacia Max , la nueva aplicación de mensajería la cual es promovida por autoridades, pero lo que no esperaba Rusia, era que la reacción dividida de la población.
En las calles de Moscú, las opiniones revelan un panorama marcado por la desconfianza, el escepticismo y la resistencia ante la posibilidad de abandonar la popular plataforma estadounidense.
“No le tengo mucha confianza”, dice Ekaterina, una médica de 39 años que prefiere no dar su apellido. Su jefe le ha pedido instalar Max, pero ella prefiere WhatsApp para sus comunicaciones privadas.
Como muchos, afirma que sigue usando la aplicación propiedad de Meta porque conserva allí “un historial personal de mensajes” y

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