Si hablar de algo es sinónimo de que aquello a lo que nos referimos sigue existiendo, no mencionarlo o hacerlo al pasar puede significar su ocaso en ciernes.

El partido más longevo del país no tiene protagonismo en la conversación pública y su participación, inorgánica y atomizada en múltiples partes, sin cohesión ni coherencia, carece de impacto concreto.

Ni siquiera el efectismo que suscitan las redes pudo atraer a sus alicaídos dirigentes como herramienta eficaz para asomar en la discusión sobre los temas que agobian al país.

Su poder territorial y su representación parlamentaria disminuyen elección tras elección. Entonces, lo que se exhibía como un activo en el contexto de su largo declinar tras el estrepitoso fracaso de la administración de Fernando de la Rúa, sólo es un espejismo

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