Las pieles sensibles tienen algunas características que las definen: son más frágiles y reaccionan con mayor facilidad a diversos estímulos. Este tipo de piel tiene una barrera cutánea debilitada: su capa protectora ha sido alterada y por eso es más permeable y susceptible a irritaciones.

Muchas veces esta característica es producto de factores genéticos, un sistema inmunitario cutáneo debilitado o daños acumulados por exposiciones repetidas al sol, sustancias químicas agresivas, cambios hormonales o estrés prolongado.

Para manejar la piel sensible, los expertos recomiendan limpiezas suaves con jabones sin sulfatos , hidratación constante con fórmulas hipoalergénicas y protección solar adecuada. También, evitar las fragancias, el alcohol, los colorantes y conservantes agresivos.

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