Hay películas que se vuelven proféticas sin proponérselo.
Nuevos protagonistas de la corrupción en Colombia eran apenas niños o no habían nacido cuando la película La Gente de la Universal (1993), dirigida por Felipe Aljure, fue estrenada en Colombia.
El futuro alto funcionario de la UNGRD, Sneyder Augusto Pinilla, tenía a la sazón 6 años y la futura graduanda de la Universidad San José, Juliana Guerrero, de alto vuelo en las lides de uso ilegal de recursos públicos no había llegado aún a este prometedor mundo.
Esa comedia negra ambientada en una Bogotá polvorienta, es una radiografía de la política colombiana: una trama de detectives que se vigilan, parejas que se engañan, compañeros que se venden por migajas, jefes que manipulan, empleados que mienten, y una oficina en la que todos

Las 2 Orillas

Minuto 30
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