Dicen que un cierre de año es solo un mensaje institucional más… hasta que llega un líder que decide hablarle a la gente, no a los puestos. Y eso lo cambia todo. En un entorno donde el 79% de los colaboradores afirma que sus líderes “comunican de manera correcta, pero no logran inspirar” (dato de la firma Gallup), la pregunta es simple: ¿Qué convierte un discurso en un momento memorable para un equipo?
La respuesta no está en los números, ni en los logros, ni en la estrategia del año siguiente. Está en la emoción. Porque, nos guste o no, el cerebro humano no recuerda datos: Recuerda cómo lo hiciste sentir.
La neurobiología es clara: Sin emoción, el mensaje no entra.Cuando un líder comunica desde la neutralidad absoluta—sin matices, sin vulnerabilidad, sin algo real que mostrar—el cere

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