La industria del juguete en Argentina enfrenta una crisis sin precedentes en este fin de año, según la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ). La situación se agrava por un aumento significativo de las importaciones, una caída sostenida en el consumo y la competencia desleal, tanto formal como a través del contrabando.
Entre enero y octubre de 2023, las importaciones de juguetes alcanzaron los 91,3 millones de dólares y 17,5 millones de kilos, lo que representa un aumento interanual del 59,5% en valor y del 94% en volumen. La mayoría de estos productos provienen de China, que representa el 85,7% del valor y el 94,4% del volumen total importado. Matías Furió, presidente de la CAIJ, destacó que "la concentración es la más alta de los últimos 20 años".
El incremento de importadores ha sido notable, pasando de 199 a 530 en un año, lo que ha llevado a una "avalancha sin precedentes" de productos en un mercado que, irónicamente, sigue en declive. Más del 50% del volumen importado corresponde a productos con un valor inferior a 3 dólares por kilo, lo que genera sospechas de subvaluación y competencia desleal.
La situación se complica aún más por la sobreoferta de productos, resultado de un stock acumulado del año anterior, lo que ha llevado a una caída de precios y distorsiones en el mercado. La CAIJ advierte que, aunque la industria local puede competir en calidad y diseño, enfrenta desventajas estructurales frente a China, donde los costos son significativamente más bajos.
El contrabando también representa un problema grave, afectando alrededor del 30% del mercado. Se han reportado casos de comercios que abastecen sus inventarios mediante viajes a zonas limítrofes, lo que no solo evade impuestos, sino que también pone en riesgo la seguridad de los consumidores al ofrecer productos sin certificación.
Además, la CAIJ ha alertado sobre la presencia de juguetes inseguros en plataformas de comercio electrónico, algunos de los cuales han sido retirados del mercado en otros países. La falta de controles fronterizos y la necesidad de una trazabilidad efectiva son temas urgentes que el sector demanda.
Las fábricas locales están al borde del colapso, con seis de cada diez máquinas paradas. Las jugueterías enfrentan márgenes negativos debido a tarifas crecientes y la presión del comercio digital. Se han registrado cierres de comercios históricos, como Rossier en Escobar y Halago’s en Quilmes.
La baja de la natalidad y el aumento del consumo digital están redefiniendo los hábitos de juego, lo que se traduce en una disminución de la población infantil. Según proyecciones, la población de 0 a 14 años pasará de 10,4 millones en 2022 a 6,8 millones en 2040.
La CAIJ hace un llamado a las familias para que prioricen la compra de juguetes argentinos, destacando su seguridad y el impacto positivo en el empleo local. Sin embargo, advierte que la continuidad de la producción nacional está en riesgo sin controles efectivos sobre las importaciones y el contrabando.

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