En la antesala de un nuevo fin de semana de carrera, Franco Colapinto volvió a mostrar su costado más humano al revelar qué es lo que más extraña de su vida antes de convertirse en piloto de Fórmula 1. A sus 22 años, y en plena explosión de popularidad tras su llegada a Alpine, el argentino admitió que el vértigo de la máxima categoría también trae aparejado un costo emocional que pocas veces se ve desde afuera.
El joven explicó que lo que más añora es la vida cotidiana, esa que pudo disfrutar antes de volverse una figura reconocida globalmente. “Hacer una vida normal, reírme, mandarme alguna sin que salga en todos lados”, confesó. Detrás del brillo de la F1, dijo, queda la nostalgia por el anonimato: caminar sin ser observado, disfrutar sin cámaras alrededor, o simplemente compartir mome

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