Antonio Coromoto Osorio, cronista de Montalbán, localidad de los Valles Altos de Carabobo, cultiva dos pasiones, la música y la pintura. Ambas se expresan y se nutren del mismo mundo creativo, un mundo imaginativo que parece alimentado, entre otros, con el episodio del humo del tabaco y la botella de aguardiente con que Agapita, la partera, logró arrebatárselo a la muerte y traerlo a este mundo un día de abril de 1950, cuando era de madrugada y estaba cayendo un palo de agua.

Con el encanto, y la crudeza que a veces lo caracteriza. Coromoto Osorio detalla aquellos dramáticos apuros de su nacimiento. Está sentado frente a la mesa, en una sala íntima de su casa. La sala tiene una ventanita de madera que da hacia la calle y cuadros en las paredes de grandes artistas venezolanos. Sobre la mes

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