Cuando se habla de “mejorar tu PC gamer”, casi siempre se repite el mismo combo: más RAM, salto a SSD y nueva tarjeta de video para subir los FPS . Es el consejo clásico de foros, youtubers y hasta de muchas tiendas, porque son upgrades muy “visibles” que se notan al abrir un juego pesado o reducir los tiempos de carga.
Sin embargo, hay un detalle incómodo que casi nadie menciona: si subes el consumo de tu PC y no tocas la fuente de poder, tarde o temprano algo va a explotar… figurativamente (y a veces no tan figurativamente) . En la práctica, una fuente débil puede convertirse en un cuello de botella silencioso que limita a tu GPU, genera caídas de frames, cuelgues aleatorios y acorta la vida útil de tus componentes, incluso aunque el PC “encienda bien”.
El upgrade del que nadie h

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