En la Línea de la Concordia, en la frontera entre Tacna y Chile , la incertidumbre se ha convertido en una rutina diaria para cientos de migrantes venezolanos, colombianos y ecuatorianos que esperan regularizar su situación o regresar a sus países. Las carpas improvisadas y las largas jornadas bajo el sol son el escenario de una crisis que no deja de escalar.
Cada día llega un nuevo grupo a la zona fronteriza, pese a la presencia de 30 miembros de las Fuerzas Armadas del batallón de la Tercera Brigada de Caballería de Tacna. Del lado chileno, carabineros y militares patrullan la pampa, atentos a cualquier intento de cruzar sin documentos. Sin embargo, detrás del control formal se mueve un circuito clandestino que ha ido ganando fuerza.
Los migrantes conviven entre el polvo, el calor y

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