Por: Joyce Meyzán Caldas *

Diciembre tiene un aroma particular en los campus universitarios: una mezcla inconfundible de ansiedad por los exámenes finales y la anticipación festiva de las ceremonias de graduación. Ya casi es fin de año y, con ello, se cierran ciclos de aproximadamente cinco años de esfuerzo y expectativas acumuladas para ejercer una profesión. Los estudiantes se han formado con ilusiones sobre lo que será de sus vidas al cruzar el umbral de salida de la universidad; sin embargo, cuando se apagan los flashes de las fotos familiares, suele llegar un silencio abrumador. Es totalmente comprensible que, en ese momento crucial, tengan más dudas que certezas. Como docente, veo en sus ojos esa incertidumbre sobre el porvenir y considero necesario guiarlos, no solo desde la te

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