Unión Española perdió por segunda vez la categoría en el fútbol chileno, con una campaña horrible asociada a uno de sus mayores símbolos vivos y sin que un presidente ausente y radicado hace años en Madrid pudiera evitarla

Pocas veces se sintió un silencio tan profundo, tan doloroso e inevitable en el añoso estadio Santa Laura. Se jugaba el minuto 92 y el gol de Juan Leiva -volante de O’Higgins de Rancagua- sentenciaba, una fecha antes del final del torneo, el descenso de la Unión Española . Los hinchas del cuadro hispano, que habían gritado, alentado, insultado y encendido fuegos artificiales durante el partido jugado sin público visitante, enmudecieron. Constaban el final de un año horrible con la pérdida de la categoría, por segunda vez en el profesionalismo, con el temor de no poder

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