“Benditos sean los constructores de Paz”, rezan miles de carteles en las calles de Beirut. El Papa León XIV cerró su primer viaje a Oriente Medio con una misa multitudinaria en el paseo marítimo de la capital libanesa, que aguanta el aliento hasta la próxima guerra, que podría estallar en días.
El pontífice se dirigió a un público de decenas de miles de personas, a los que catalogó “destinatarios de una belleza rara con la que el Señor ha enriquecido su tierra” y, al mismo tiempo, “testigos y víctimas de la manera en que el mal, en múltiples formas, oscurece esa magnificencia”.
El simbolismo marcó una liturgia de gran importancia, no sólo para los cristianos de Líbano: “aquí hay gente de todas las religiones. Es un buen recordatorio de que podemos coexistir”, proclama Laura, una de las a

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