La violencia de género constituye una grave vulneración de los derechos humanos y sigue siendo uno de los problemas estructurales más graves de nuestra sociedad. Su erradicación es una responsabilidad colectiva que interpela a toda la comunidad y requiere el compromiso activo de instituciones, profesionales y ciudadanos.

En este contexto, las farmacias desempeñan un papel esencial por su proximidad, su extensa implantación y la confianza que generan en la ciudadanía. Para muchas mujeres en situaciones de vulnerabilidad, la farmacia es un espacio seguro al que pueden acudir en momentos de especial dificultad.

La colaboración entre la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género y el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos viene de lejos, pero se ha reafirmado c

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