Nadie controla los precios. A mí me cuesta cada vez más la cesta de la compra, cuyos comprobantes del supermercado empiezo a mirar con ojos de jubileta. Hace unos meses gastaba 80 euros semanales en compras domésticas: huevos, leche, papas, papel higiénico, productos de limpieza, verduras, etcétera. Ahora la cosa va por los 100 euros. Ha subido de precio hasta la Coca-Cola Zero. En Nueva York me dicen algunos amigos que han pagado 3,50 dólares por un tomate. Aquí tenemos algunos, muy hermosos, que valen mucho más baratos. En Nueva York, donde yo antes me compraba la ropa, los precios resultan ahora prohibitivos, aunque los sueldos y las pensiones sean mucho más altos que los nuestros. No digamos los alquileres, que se han disparado en todas partes. En Tenerife encontrar una vivienda barata

See Full Page