Rodrigo Facundo es un tesoro nacional. No es un personaje mediático. Habla poco. Es tímido y reservado; su naturaleza es la de un hombre invisible y su voz es un susurro; pero ¿para qué más? Las exposiciones de Facundo se quedan en la memoria de todos los que tienen el privilegio de verlas, y sus mejores momentos se convierten en leyenda. Hace casi treinta años su exposición en un premio Luis Caballero –que no ganó– se convirtió en un hito del arte en Colombia.
Por eso, su exposición en NC-Arte (carrera 5.ª n.º 26B-76) es imperdible e imborrable; imperdible porque no todos los días expone Facundo, e imborrable porque sus imágenes están cargadas de poesía. Y en su caso de una poesía del horror. ‘Atlas errante’ –como se llama la muestra– revisa y revisita el colonialismo más burdo; explora

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