“Soy el nuevo Frankenstein” , le dijo el comerciante Louis Washkansky al cirujano Christiaan Barnard cuando salió de la anestesia en el Hospital Groote Schuur. Era una manera, si se quiere humorística, de verlo porque el hombre, de 56 años, acababa de convertirse en el primer ser humano en vivir con el corazón de otro, una mujer de 25 llamada Dénise Darvall , muerta en un accidente de tránsito. Y Washkansky estaba de muy buen humor por haber recuperado la esperanza de una vida que todos los médicos le daban por perdida. Ellos tres —la donante, el receptor y el cirujano cardíaco— fueros los protagonistas del primer trasplante de corazón entre seres humanos de la historia , realizado en Ciudad del Cabo el 3 de diciembre de 1967.
La noticia, por su singularidad y su relevancia

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