Desde la llegada de la llamada Cuarta Transformación, el sistema de salud en México ha experimentado cambios profundos que, lejos de fortalecerlo, han derivado en un deterioro evidente de su operación, infraestructura y capacidad de respuesta. La narrativa oficial ha insistido en la construcción de un sistema “nórdico”, universal y eficiente, pero la realidad cotidiana de millones de usuarios revela una situación muy distinta: hospitales saturados, falta de medicamentos, desaparición o debilitamiento de instituciones clave y recortes presupuestales.

Uno de los elementos centrales para entender la crisis es la política de austeridad aplicada de manera torpe e indiscriminada. La reducción del gasto público en salud no ha sido menor: compras consolidadas fallidas, recortes administrativos y

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