El 3 de diciembre de 1830, Ecuador aprobó su primera Constitución, acto que consolidó su establecimiento como un Estado soberano tras separarse de la Gran Colombia. Este hito histórico marcó el inicio de su vida republicana y significó un cambio decisivo en la configuración regional de Sudamérica. La nueva institucionalidad permitió organizar sus poderes del Estado, definir su territorio inicial, establecer mecanismos de administración y proyectar una identidad nacional en medio de tensiones internas y desafíos externos.

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