Ni los templos, espacios sagrados tradicionalmente respetados, parecen salvarse de la delincuencia. Pero en esta ocasión, mientras un ladrón creía pasar inadvertido, tras cometer su fechoría, unos “ángeles guardianes” lo observaban desde arriba.

Y cuando decimos esto no lo decimos en sentido figurado, o religioso sino en el estricto término de la palabra, toda vez que las cámaras de vigilancia del 123, no perdieron detalle del inusual y sacrílego robo.

Todo empezó cuando los visualizadores del 123 detectaron al hombre abandonando la parroquia Nuestra Señora del Rosario, en pleno parque principal del municipio de Itagüí, cargando de forma sospechosa un abultado paquete.

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La inusual escena, capta

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