El truco lo borda el presidente, su Gobierno, la maquinaria orgánica de su partido y los bien engrasados engranajes mediáticos que prestan sus respectivos altavoces allí donde se sospeche que el mensaje puede llegar a calar. La estratagema consiste en reiterar una y mil veces aquel mensaje que se quiere amplificar para que les llegue a las mentes menos pensantes que, convencidas de que en la repetición y en el mensajero reside la veracidad del asunto y prestas, por tanto, a engullir sin masticar. El líder socialista está dando una masterclass de la segunda fase de este truco de prestidigitador que consiste en ignorar el golpe, la acusación o la crítica para desviar la atención al mensaje que pretender que cale en la opinión pública. Esquivar la realidad para que el teatrillo cobre el valor

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