La reciente situación de Ronald Araújo, quien pidió no jugar por no sentirse preparado emocionalmente, volvió a instalar un tema que durante décadas permaneció oculto: la salud mental de los deportistas. La respuesta del entrenador Hansi Flick —“Es una situación privada y pido que lo respeten”—, aunque es correcta, dejó expuesta una sensación persistente en el deporte moderno: algo cambió, pero no lo suficiente.

El fútbol, como otros ámbitos de alta competencia, siempre convivió con el estrés y el miedo escénico. Sin embargo, el contexto actual multiplica la presión. Las redes sociales, el escrutinio permanente y la velocidad con la que se procesan éxitos y fracasos generan un entorno asfixiante .

Un mal partido puede desencadenar miles de mensajes agresivos en minutos, que llega

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