Cuando una pupa de hormiga está condenada por una infección, no se esconde: por el contrario, emite un olor que alerta a sus compañeras y acelera su propia eliminación para proteger a la colonia, en un último acto de altruismo.
Un equipo de especialistas del Instituto de Ciencia y Tecnología de Austria documentó que las pupas de hormiga infectadas y a punto de morir modifican su perfil químico , desencadenando en las obreras una respuesta de desinfección que elimina la amenaza, aunque esto suponga la muerte inmediata del individuo afectado. Así lo explican en un estudio publicado en la revista Nature Communications.
La investigación combina experimentos de comportamiento, análisis químico, medidas de carga infecciosa e inmunología, para probar que la señal química es suficiente par

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