Aunque escribió únicamente en catalán, hablar de Mercè Rodoreda (1908-1983) es hablar de la escritora catalana más importante del siglo XX. Ninguna otra novelista ha tenido a lo largo de la pasada centuria el impacto cultural que tuvieron obras como La plaza del diamante , El espejo roto , Aloma , La calle de las camelias, Cuánta, cuánta guerra... o La muerte y la primavera , entre muchos otros textos. Todas ellas hicieron de Rodoreda una escritora de obligada lectura en las escuelas catalanas. Por otro lado, la adaptación televisiva de La plaza del Diamante tuvo un éxito enorme que no se limitó al ámbito catalán sino que se extendió a toda España.

Pero de lejos de reforzar el conocimiento de su literatura, estos dos hechos –la serie y la lectura obligada en la escuela– generaron, según Neus Penalba, comisaria de la muestra Rodoreda, un Bosque , que organiza el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) hasta el 25 de mayo de 2026, “un estereotipo de Rodoreda como una escritora entrañable pero blanda y cursi, sin malicia en sus textos, cuando ella es exactamente todo lo contrario”. Penalba, que opina que se ve a Rodoreda como “un personaje de patum [en el sentido de un ser muy de andar por casa]”, ha explicado durante la presentación de la muestra que la misma no es una recorrido por la biografía de la autora sino “una reivindicación de la radicalidad de su literatura”.

Penalba, que es ensayista, profesora universitaria, crítica literaria y especialista en la obra de Rodoreda, irrumpió en el campo intelectual catalán con la publicación del libro  Fam als ulls, ciment a la boca , una lectura de La mort i la primavera donde precisamente busca romper el mito de la “abuela de patum” y señalar la complejidad de los personajes rodoredianos, en especial las mujeres que, apunta Penalba “bailan en sus novelas siempre entre la luz y la oscuridad”. “Que diga las cosas de un modo eufemístico y con un lenguaje precioso no quiere decir que no esté contando cosas terribles, que precisamente esconde en el lenguaje”, ha señalado la comisaria del estilo de Rodoreda. Así, asesinatos, violaciones, abortos clandestinos o las pulsiones del deseo sexual más desbocado circulan entre las líneas de sus textos en clave casi poética.

1.300 m2 de exposición y 400 obras de arte

Por su parte, la directora del CCCB, Judit Carrera, ha explicado que la muestra “es una deuda que teníamos con Mercè Rodoreda y en general con las mujeres dentro de nuestro ciclo de exposiciones literarias, donde antes han estado presentes Pere Calders, Ramon Llull y Salvador Espriu, pero tambien Kafka, James Joyce o Jorge Luis Borges, todos ellos, por cierto, influencias importantes en la literatura de Rodoreda”.

Cuadros de Modest Cuixart y Mercè Rodoreda en la muestra 'Rodoreda, un bosque'

Carrera seguidamente ha desvelado que la muestra, ciertamente monumental en sus dimensiones y aportes, ocupa una superficie de 1.300 m2 y pone en diálogo párrafos de las distintas novelas y cuentos de la escritora con más de 400 obras de arte, la gran mayoría pinturas, pero también fotografía artística y documental, esculturas y videoinstalaciones, todas ellas producidas por el CCCB y encargadas a artistas locales. “En el recorrido se puede oír la voz del poeta Enric Casasses y también la del actor Oriol Pla”, ha destacado.

En cuanto al listado de artistas que aportan cuadros, fotografías o esculturas, es largo y extenso, y va desde los novecentistas catalanes Casas, Rusiñol o Anglada Camarassa, a Picasso, Chagal, Dora Maar, Josep Clarà, Modest Cuixart, Tàpies, Suzanne Valadon, Leonora Carrington, Tony Catany, Pina Bausch y un largo etc. hasta llegar a las 400 piezas, incluida una talla del siglo XIV de una virgen pre renacentista dando de mamar al niño Jesús que, en decir de Penalba, ejemplifica “el afán desmitificador de Rodoreda respecto a la mujer sometida por el heteropatriarcado”. Por cierto, entre estas 400 obras hay seis cuadros de la propia Rodoreda, que demostró no poco talento como pintura informalista.

Una muestra contra el estereotipo de la novelista cursi

La muestra también aporta abundante material epistolar, así como copias de artículos escritos sobre Rodoreda; algunos que mantenían el mito de la novelista naif y de andar por casa, y otros que defendían que existían otras Rodoredas más allá de La plaza del Diamante . “Se ha confundido a Rodoreda demasiadas veces con la Colometa [la protagonista de la novela], y eso no es así en absoluto”, ha reivindicado Penalba, que ha explicado que el imaginario público catalán ha sustituido la novela en papel por la serie de televisión, “edulcorada adrede en su momento [el Pujolismo] para crear mitos nacionales digeribles”.

Para la comisaria, esta imagen aniñada de la escritora, “ha provocado que muchas personas que leyeron alguna de sus novelas en su adolescencia, no la consideren ahora una escritora digna de ser releída, y esto es un grave error, porque Mercè Rodoreda es plenamente actual”. En este sentido ha destacado el interés que suscita la figura de la autora fuera de Catalunya, tanto en el resto de España como en los países donde se traducen sus libros.

Panorámica de la muestra 'Rodoreda, un bosc'

También ha puntualizado que, aunque rechazase el apelativo de feminista que con frecuencia se le ponía a partir de los setenta, “si analizamos la denuncia implícita de la posición de la mujer en muchas de sus obras, veremos que se enfrentaba claramente al heteropatriarcado, describiendo mujeres mojigatas, pero también, ambiciosas, crueles, malévolas, etc.; esto es mujeres de carne y hueso”. También rechazaba la escritora el estereotipo del hombre “como una figura opresora por defecto”, y así en sus novelas, aunque los hay asesinos, maltratadores o violadores, también otros son ingenuos, protectores o “eunucos cuidadores”, en palabras de Penalba.

Una vida turbulenta

Ciertamente, Rodoreda tuvo una vida convulsa, complicada y al margen de las normas heteropatriarcales. Casada muy joven con un hermano de su madre catorce años mayor que ella, se separó pronto de él, no sin antes concebir a su único hijo, Jordi Gurguí, con quien rompería la relación tras escapar de España al caer Barcelona en manos de los fascistas. Exiliada en Francia, ya que había sido asesora lingüística para el servicio de propaganda de la Generalitat republicana, tuvo que dejar París junto a su amante, el también escritor Armand Obiols, ante el avance nazi en la Segunda Guerra Mundial. Una vez terminada la guerra, se exilió en Ginebra hasta su regreso en 1972, tras la muerte de Obiols. Muere en 1983 en una mansión de la Costa Brava sin contacto con su familia.

Finalmente, la comisaria de Rodoreda, un Bosque , ha querido explicar el título de la muestra como un intento de abarcar la compleja personalidad de Mercè Rodoreda, que ella asimila a un bosque lleno de elementos y matices. En este sentido, ha observado que “hay en la literatura de Rodoreda una relación siempre con la naturaleza que viene a expresar distintas emociones y que se vehiculan diferentes temas a través de hallazgos botánicos”. De este modo, la exposición se ha concebido como un tránsito por un bosque cerrado, marcado por un angosto pasaje por donde el público circulará encontrando, a su paso y en las diversas paredes, el diálogo entre el arte plástico de los artistas y el arte literario de los distintos textos de Rodoreda.