Donald Trump se ha puesto este jueves su traje favorito: el de pacificador. En un evento en el Instituto para la Paz, rebautizado esta semana por la Administración bajo su propio nombre, el presidente ha acogido la firma simbólica del acuerdo entre Ruanda y la República Democrática del Congo para poner fin a sus hostilidades y, de paso, ha firmado dos acuerdos bilaterales con ambos países que abrirá el acceso a los minerales críticos de la región para el gobierno y las empresas estadounidenses.

La firma del documento en Washington formaliza un acuerdo que ya se firmó el 27 de junio, pero que, más allá del papel, no ha llevado la paz a este conflicto arraigado en tres décadas de enfrentamientos, desde el genocidio en la guerra civil de Ruanda en 1994. Desde entonces, la violencia ha pasado

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