Con la llegada del invierno, los días se acortan, la luz natural desaparece temprano y el cuerpo entra de manera natural en un ritmo más lento.
Esta adaptación estacional no solo influye en el estado de ánimo o en la energía diaria, también modifica la manera en que el organismo gestiona la alimentación al final del día.
La melatonina y la digestión trabajan a ritmos opuestos
La bióloga nutricionista Valentina Palazzo , experta en crononutrición, explica que en invierno la melatonina comienza a liberarse antes debido a la falta de luz.
" Cuando retrasamos la cena, forzamos al cuerpo a iniciar la digestión justo cuando su sistema interno empieza a prepararse para el descanso ", señala.
Esta descoordinación puede provocar noches más agitadas, una sensación de pesadez e incluso mayor

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