Esta semana, mientras la reforma tributaria seguía tambaleando en el Congreso (salvada solo porque el debate fue aplazado para el próximo martes) el presidente, Gustavo Petro, empezó a ambientar la idea de que su no aprobación podría tener efectos desastrosos para la economía del país.
La reforma, a la que el Gobierno le da el nombre de ley de financiamiento, busca recaudar $16,3 billones para cubrir la parte del Presupuesto General de la Nación (PGN) de 2026 que está desfinanciada. Sin embargo, la propuesta no ha tenido nunca buen ambiente en el Congreso.
Esta semana, la discusión de la reforma se levantó luego de que se rompió el quorum en las comisiones económicas de Senado y Cámara para discutirlo. Todo, sin embargo, fue una jugada del Gobierno para ganar tiempo pues, lo más probable

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