Ángel Soria llegó en 1990 a este pedacito de Microcentro al que vuelve todos los días, excepto los domingos, que le toca descansar. Llegó porque lo trajo su hermano, que había venido de Tucumán antes que él, y que lo introdujo en el mundo al que los dos todavía pertenecen: el de la gastronomía .

Ángel tenía 22 años, una esposa y dos hijos en su pago cuando decidió decirle a su padre que abandonaba el destino rural como patrón del campo que tenían, y a esa esposa y esos hijos que esperaran por él. Que iba a empezar la vida de los cuatro en la gran ciudad. Tardaría algunos años en mandar la plata para que se instalaran todos en Nueva Pompeya, donde todavía vive con su esposa.

Empezó a trabajar ese mismo año, hace treinta y cinco, en Le Caravelle , uno de los bares notables que tie

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