En persona, Frank Gehry no era oracular ni autoritario. No disertaba sobre la historia de la arquitectura, aunque la cambió para siempre. Tenía algunas historias bien ensayadas, pero solían ser irónicas o autocríticas, como aquella vez que abogó por un segundo Premio Pritzker porque había pasado mucho tiempo desde 1989, cuando ganó el primero.

Por supuesto, estaba bromeando. Su sentido del humor era irónico y le gustaba charlar. Después de una entrevista durante un almuerzo, alrededor de 2012, cuando estaba en Washington defendiendo su innovador diseño para el Monumento a Dwight D. Eisenhower , me desesperé al pensar que no encontraría nada que pudiera citar en el periódico. Pero cuando transcribí la grabación, todo cobró sentido: había una lógica en su charla y un hilo conductor en

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