Desde tiempos inmemoriales, los antojos del embarazo han formado parte del imaginario colectivo y la tradición popular. Historias de mujeres gestantes despertando a medianoche con urgencia por comer pepinillos con helado, o enviando a sus parejas en búsqueda desesperada de algún alimento específico, han trascendido generaciones y culturas.

Este fenómeno, que afecta a una proporción significativa de mujeres embarazadas, ha sido objeto tanto de mitos y supersticiones como de curiosidad científica, generando explicaciones que van desde señales del bebé hasta caprichos pasajeros sin mayor importancia.

Sin embargo, detrás de estos deseos repentinos e intensos por alimentos específicos existe una compleja interacción de factores hormonales, nutricionales y psicológicos que la ciencia ha comenz

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