Hay momentos en los que la vida nos invita a detenernos, no para rendirnos, sino para escucharnos más profundo. Cuando el cansancio pesa, cuando las metas parecen lejanas y el ruido del mundo nos empuja a dudar, ahí es donde se juega la verdadera batalla: la de la mente, la de la intención, la del alma que busca mantenerse firme.

He aprendido que la fortaleza no nace de los días fáciles, sino de esos instantes en los que, a pesar de la incertidumbre, decidimos dar un paso más. Nuestro cerebro se transforma con cada elección, y nuestra energía cambia cuando elegimos sostenernos, incluso en medio del desorden. Lo que repetimos se convierte en nosotros. Por eso, perseverar no es solo avanzar: es reconfigurar nuestra identidad.

No te pido que ignores lo que pesa. Te pido que lo mires con hon

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