A poco más de dos semanas de Navidad, una pregunta empieza a rondar en la mesa familiar, los grupos de WhatsApp y las vidrieras semivacías de Salta:

¿Qué podrá traer Papá Noel este año… si ni él escapa de la economía argentina?

La pregunta no es inocente. Está sostenida por datos que duelen más que cualquier fin de año sin pan dulce: caída del consumo, importaciones récord, cierre de jugueterías y una infancia que -cada vez más- crece mirando pantallas en vez de abrir cajas.

Austeridad, la verdadera cara

La síntesis de la realidad de este tema se traduce en una foto general con un resultado cuasimatemático: Menos consumidores con más juguetes importados que nacionales con más competencia desleal con más pobreza, da como resultado menos ilusión garantizada.

Un mercado navideño que se a

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