En el Valle del Cauca, la Navidad llega, como cada año, con el olor a buñuelo recién frito, a manjar blanco, a vino dulce reposando en una torta negra. Llega con colores intensos, con calles decoradas entre los vecinos, con juegos de aguinaldos que cruzan miradas cómplices y risas de infancia, y con la alegría de los melomerengues, de la música tropical, de la salsa y los villancicos. La Navidad, en esta región, es una celebración que se canta, se cocina y se hereda.

Y prueba de ello, son las voces de quienes viven en estas fechas, la alegría de las festividades, que siempre vienen cargadas de nostalgia, fe y compañía.

Desde Buenaventura, Jaqueline Osorno, madre de familia, recuerda una forma de celebrar diciembre que comienza antes de que el calendario marque el cambio de mes: “Días ant

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