En la naturaleza, el instinto de supervivencia suele ser la norma absoluta: cualquier ser vivo lucha por mantenerse con vida hasta el último segundo. Sin embargo, en el mundo de los insectos sociales las reglas cambian radicalmente, como ocurre con las hormigas, que al enfermarse llegan a pedir activamente ser sacrificadas para no condenar al resto de su colonia. Como si fuera una especie de eutanasia.

El olor a muerte. Hasta ahora, era conocido que los animales enfermos en grupo a menudo ocultaban sus síntomas para evitar ser excluidos o agredidos por alguien más poderosos de la manada. Pero en las colonias de hormigas, donde todos son parientes cercanos, la lógica se invierte totalmente.

Según un estudio publicado en Nature y tras analizar a las hormigas de jardín invasoras, se

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