Dijo el insigne aficionado murer, Sebastià Riutort , morantista de pro y con abono en la Maestranza sevillana, que lo de ayer en la Monumental era una Fiesta .
Y como tal la había organizado la empresa. Una fiesta de final de temporada para que torearan parientes, amigos y conocidos; y para verlos los tendidos se llenaron en una cuarta parte.
Una fiesta que a lo largo de su desarrollo se fue convirtiendo en un espectáculo falto de un mínimo de seriedad y con un cierto desmadre total. Todos los toreros cortaron orejas, menos Javier Conde , en algunos casos con una magnanimidad absolutamente fuera de lugar. Sería muy importante que alguno de ellos no tuviera en cuenta, para su futura carrera, estos benignos triunfos.
En la presidencia, a los mandos del festival, estuvieron el pres

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