«Todos tenemos miedo a hablar . Cuando os escribimos y comentamos cómo está la situación después borramos los mensajes. Tenemos miedo de que controlen lo que decimos».

Estas frases son un extracto de una conversación por WhatsApp entre Antía*, una gallega que reside en Venezuela desde hace tres décadas, y su familia en Galicia . El intercambio de mensajes se produce cuando intenta trasladarse desde la ciudad venezolana en la que reside a otra urbe «más tranquila». El WiFi del móvil se desconecta constantemente y resulta casi imposible terminar el diálogo. Su último mensaje reza así: «No podemos llenar el depósito. Hay colas enormes en las gasolineras. El país está medio paralizado». También dice tener miedo a posibles represalias -justificado, dada la represión salvaje que ca

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