Diego siempre disfrutaba de hablar con los rivales, los árbitros, los hinchas... Pero aquel lunes 17 de marzo de 2008 en La Paz, antes de salir al estadio Hernando Siles, la escena era otra. Había un murmullo apenas perceptible, un registro grave, íntimo, como si en ese camarín se estuviera oficiando un ritual. Maradona había dejado a un costado sus sandalias de cuero —gasto suave en las tiras, huella de uso cotidiano— y, sentado en el vestuario, inclinó su cuerpo hacia adelante para lustrar él mismo los botines nuevos. Eran Nike , relucientes, recién salidos del paquete: se los había regalado la empresa deportiva unos días antes en un evento, pese a que él, por cábala, usaba Puma de toda la vida. Mientras los frotaba con un pequeño paño que llevaba en su propio bolso, les hablaba en v
“Vos y yo sabemos cómo es esto”: la intimidad de una charla en el vestuario el día que Maradona jugó un partido benéfico en Bolivia
Infobae12/08
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