En el centro de tres investigaciones criminales que se llevaron a cabo durante casi 40 años, el nombre del empresario Robert Durst siempre estuvo presente: en el caso de la desaparición de su esposa Kathleen McCormack en 1982; el asesinato de su amiga íntima Susan Berman en 2000; y el crimen de su vecino Morris Black en Texas en 2001.
A pesar de las sospechas de los investigadores, pasó años esquivando a la Justicia, ya sea cambiando su domicilio, usando identidades falsas y aprovechando cada vacío legal que encontraba. En algún punto, se convirtió en alguien inalcanzable y su impunidad subió de nivel con el paso del tiempo.
Sin embargo, sus planes se desmoronaron cuando cometió un error inesperado durante la grabación del documental The Jinx . Allí, sin saber que su micróf

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