Recuerdo que, cuando leía El País, un comentarista más bien carca y redicho solía llamar «suido» a Pedro Sánchez. Era la época en que este estrenaba gobierno y el jefe de la oposición, un tal Pablo Casado, le solía insultar por duplicado, llamándole «traidor» y «felón», «incapaz» e «incompetente», y así. La prensa de trinchera pronto siguió esa fea costumbre, de modo que pudimos leer en cierto periódico local un editorial que empezaba así: «Algunos de los especímenes del gobierno social-comunista no llegan a la categoría de ratas». Tal cual. Se abrió entonces la veda para el uso de la descalificación y el insulto público, creando poco a poco el irrespirable ambiente político que hoy nos toca sufrir a los españoles, no se sabe por qué pecado colectivo que hayamos cometido
Pero, entre otras

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