La concentración abrumadora en el Zócalo de la Ciudad de México para celebrar los siete años de la Cuarta Transformación no fue sólo un acto conmemorativo: fue una demostración de fuerza política y social que desarticula, de un solo golpe, la narrativa de que la 4T vive aislada, agotada o en retirada.

Mientras sectores conservadores intentan fabricar descontento juvenil a través de movilizaciones digitales infladas, convocatorias ambiguas y el preocupante uso de golpeadores para radicalizar a una parte de la llamada generación Z, el Zócalo recordó algo esencial: el movimiento que gobierna México sigue profundamente arraigado en la mayoría social.

Esa diferencia es significativa. Las manifestaciones recientes impulsadas por grupos opositores —sobreproducidas en redes, poco orgánicas y mar

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