La noche del domingo en Arrowhead Stadium dejó una imagen poco habitual en la última década: los Chiefs de Kansas City caminando fuera del campo con más dudas que certezas y con un panorama que, salvo un cierre perfecto y mucha ayuda externa, los deja al margen de la postemporada. La derrota 20-10 ante los Texans de Houston no sólo significó caer en casa, sino firmar una marca perdedora de 6-7 que pesa tanto por lo que representa como por el momento en el que llega.

Durante diez años consecutivos, la franquicia del Oeste de la AFC se había acostumbrado a reservar su lugar en enero. Clasificar a playoffs era una constante y ganar la división, parte del trámite. Hoy, ese hábito parece roto. No se trata de un solo partido ni de un mal día, sino de una tendencia que terminó por hacers

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