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Un 9 de diciembre, en 1824, se escribió una de las páginas más memorables de la historia del Perú en las alturas de Ayacucho, cuando después de un desigual enfrentamiento con las huestes del libertador Antonio José de Sucre que comandaba el ejército Patriota, el general español, José de Canterac, en representación del derrotado Virrey La Serna, firma la capitulación en la que aceptaba el retiro definitivo de los ejércitos realistas de nuestro territorio y la ansiada independencia del Perú.

Para el teniente coronel Alberto Castro Villa, el bicentenario de la batalla de Ayacucho es una oportunidad para reflexionar sobre el sacrificio y la unión que hicieron posible la libertad, ya que, según refiere, la Batalla de Ayacucho no solo consolidó nuestra independencia, sino que

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