Foto ilustrativa

El ritual de la Nochebuena, ese espacio sagrado de encuentro, es ahora frecuentemente interrumpido por la vibración de un celular. Las miradas se pierden en el brillo de las pantallas, las notificaciones parten las conversaciones a la mitad, y la necesidad de documentar el momento termina por opacar su vivencia plena. Este año, la invitación es hacer una pausa en este ciclo.

Propongo un reseteo digital : no un rechazo a la tecnología, sino una elección valiente a favor de lo humano. Es el gesto simple de dejar el teléfono en otra habitación, recuperar la lentitud de una conversación que no tiene la urgencia de un mensaje pendiente y reaprender el arte de mirar a los ojos sin que la mirada se escape hacia una notificación.

Este acto de desconexión es, en el fondo, un

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