En Asturias, hablar de cachopo es hablar de tradición, de mesa compartida y de identidad culinaria . Pero en los últimos años, ese plato que durante décadas se mantuvo fiel a un modelo clásico ha experimentado una transformación que lo ha llevado mucho más allá del recetario regional. En el centro de ese cambio aparece un nombre propio: Juanjo Cima, impulsor de Las Tablas del Campillín en Oviedo y La Taberna Asturiana en Gijón, y uno de los grandes responsables de que el cachopo haya pasado de ser un plato casero a convertirse en un icono gastronómico nacional.

No en vano, Cima ha logrado algo que pocos cocineros consiguen en vida: convertir su marca personal en un sello de innovación . Lo ha hecho sin renunciar a la esencia original del plato y con una combinación nada habitual

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