“Él (su amigo) estuvo con él. Dijo que vio una moto. Vinieron encapuchados y empezaron a dispararle a mi hijo. Qué raro que al testigo no le haya caído ni una bala” decía entre lágrimas Roxana Supo, madre de Jhon, fuera de la morgue esperando recoger los restos de quien, en vida, era el hijo a quien había dado a luz hacía 19 años.

Una sola llamada habría terminado con la vida de Jhon J.M. Quiñones S., cuando salía de una discoteca en el asentamiento humano Bares Renacer, en Chala, Caravelí. Murió acribillado a balazos por presuntos sicarios a bordo de una motocicleta. Sus verdugos lograron que 6 balas impacten en su cuerpo.

TRISTE LLAMADA. El joven se encontraba bebiendo con un amigo, cuando, según información preliminar, decidió retirarse del local tras recibir una sola llamada, camino

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