Harun ha citado a Maral en una cafetería para decirle, sin rodeos, que no podía hacer nada por ella. Nada más sentarse, le ha dejado claro que no pensaba dejarse arrastrar por la situación y le ha advertido que no jugara con él.

En ese momento, Maral , incapaz de ocultar la angustia, ha preguntado qué pensaba hacer, pero Harun le ha recordado que la reunión era inminente y que ya no había margen para maniobras.

Muy enfadada, la residente le ha reprochado que fuese a permitir que despidieran a Uras y a ella, pero el jefe médico se ha limitado a cortar cualquier intento de manipulación emocional. Maral ha reconocido que no había sabido comportarse y que lo sentía, pero él ha insistido en que estaba cansado de limpiar los desastres que ella dejaba atrás.

Al final, Harun le ha

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